Un día de agosto de 1967, casi sin querer, mi esposo –fotógrafo del Instituto Ballester– me pidió que al día siguiente fuera a sacar unas fotos grupales en el IB de la calle Santa Adelina… Yo, sin saber cómo hacerlo, tuve que reemplazarlo. Total –me dijo– si salían mal, él las sacaba de nuevo.
En ese momento mi hija Karin tenía dos años, y Carlitos cinco, por lo que tuve que pedirle a una vecina que los cuidara…
Mi marido me dio las instrucciones y fui por primera vez a ver cómo se hacían “las grupales”. Fue así como entré en la vida del Instituto Ballester… y durante los siguientes cuarenta años seguí ejerciendo esa tarea con amor y dedicación, y observando las diferentes etapas del IB.
Me di cuenta de que había que identificar a los grupos, y fabriqué un cartel de madera, pintado de negro, donde anotaba la división con tiza blanca. Cuando podía, Frau Engelhardt me ayudaba a hacerlo con números góticos, ¡que quedaban tan bien!
Y así, de a poco, fui entrando en todos los eventos del colegio… conocí a Rudy Lange, por entonces director, al profe Satzke, excelente persona… Y a Schmiedecke, a Weiss y a tantos otros que pasaron por mi cámara…
Emocionante fue cuando, en el ‘70, me subí con casco a la famosa y antigua construcción que se encontraba en el predio, conocida como “la casa de Gardel”, y fotografié el comienzo del nuevo colegio, el pozo enorme del Secundario… Los obreros me ayudaban a subir a lo alto de esa vieja casa para fotografiar cada etapa de la edificación. Finalmente llegó la inauguración, a la que asistieron importantes personalidades de Alemania, entre ellos el
embajador, y numerosos representantes de los colegios alemanes de Buenos Aires.
También recuerdo cuando Herr Kohl vino a visitarnos, y yo cumplí el papel de primera fotógrafa, ¡y los reporteros de los diarios se encontraban detrás de mí! Qué orgullo… Y me acuerdo igualmente del día en que el coro de la Secundaria interpretó la Misa Criolla en el Aula Magna, acompañado en el piano nada menos que por Ariel Ramírez… O cuando se inauguró el Sekretärinnenkurs y el Industriekaufmann…
Otra famosa foto del colegio la saqué desde un edificio ubicado en Pacífico Rodríguez, pidiéndole al encargado que me dejara subir a la terraza. Así, justo cuando pasaba un tren blanco, saqué la histórica primera foto de todo el Instituto, que recorrió todo el mundo…
Igual que las fotos de la pileta, hermosos recuerdos… Y del Fest der Jugend, dentro del campo, siguiendo a los deportistas del IB… O acompañando al grupo de Adriana Hiriart a competir a Uruguay, con otros colegios.
¡Pero lo que más me fascinaba era Jardín de Infantes! Esas caritas junto a los ositos que yo les daba, con tanta dulzura…
Cada vez que entraba al Aula Magna durante los actos patrios o en los actos de fin de año, temblaba toda, incluso después de tantos años, porque mis fotos iban a ser el testimonio exacto de cada momento, ¡irrepetible!
Después de unos años, la sede de Villa Adelina quedó sin fotógrafo, ¡y me entrevistó Frau Nowald! Mmmm, qué miedo… pero en los 26 años que trabajé allí pude cumplir con toda su exigencia. Durante ese tiempo, desarrollé mi tarea en las dos sedes, o sea… ambos jardines y ambas primarias (con Frau Fehlauer como directora en la sede de
Villa Ballester y, luego, Paulina Stegmüller en la de Villa Adelina), la Secundaria y el Centro de Capacitación
Profesional (BBZ).
Tantos años… Después de diez años todos los fotógrafos descartan los negativos… pero yo no los puedo descartar, porque son parte de mi gran vida en el grandioso Instituto Ballester… Así que en blanco y negro, y después del ’78 en color, los mantengo como un tesoro muy preciado…
Saludo con orgullo de haber pertenecido a esta institución.
Susana Fischer