Me llamo Ingo Allekotte egresado en 1981.

Guardo los mejores recuerdos de mi paso por el Instituto Ballester. No sólo por lo que aprendí en clase, con excelentes docentes, sino también por todas las actividades extracurriculares que pude aprovechar y disfrutar, tanto las deportivas (natación y basquet, en mi caso) como por ejemplo el curso de fotografía y teatro.

Es de destacar la libertad y confianza que nos brindaba el colegio para realizar estas actividades fuera de hora, muchas veces sin supervisión de adultos. Si bien hablaba alemán en casa, el haber podido formalizar mis conocimientos del idioma en el colegio me resultó extremadamente útil para desempeñarme adecuadamente durante toda mi carrera profesional.

Al terminar la secundaria, di el ingreso a la carrera de física en la UBA. El examen de ingreso a la facultad y los primeros años de facultad me resultaron muy fáciles, gracias a la buena base que traía del Instituto Ballester. Decididamente, mi formación previa era muy superior a la que habían recibido muchos otros compañeros de estudio.

Luego de dos años de estudiar física en la UBA, rendí el examen de ingreso al Instituto Balseiro (otro «IB») en Bariloche, donde me recibí de licenciado en física. Luego hice el doctorado en física, también en el Instituto Balseiro.

Respecto al colegio siento un gran cariño, por haber sido un lugar en el que me sentí muy a gusto durante una etapa muy importante de mi vida. Y agradecimiento, por haber tenido la oportunidad de aprovechar instalaciones y equipamiento únicos (equipamiento de laboratorio, de deportes, sala de teatro, talleres de arte), y por supuesto un enorme reconocimiento hacia todos los docentes que nos educaron y formaron. Es llamativo cómo muchas de las enseñanzas recibidas aún perduran en la memoria.

Yo hice la secundaria en una época muy difícil para la Argentina, 1976-1981, durante la dictadura militar. Ciertamente, la presencia de los profesores alemanes, con una mirada muy crítica respecto de lo que sucedía en la Argentina, fue una contribución extremadamente valiosa a mi formación. Siento que haber podido transitar esa época en el Instituto Ballester fue un gran privilegio.

Durante mis estudios, viví 10 años en Bariloche. Aquí finalicé la licenciatura en física, el doctorado en física, me casé y tuvimos dos hijos. Luego nos mudamos a Alemania (primero un año en Stuttgart, luego tres años en Dresden) donde trabajé en un Instituto Max Planck de investigación. Era la época posterior a la reunificación alemana y la Sociedad Max Planck estaba creando nuevos institutos en los Länder del Este.

En 1997 decidimos volver a la Argentina. Trabajé un año en la gestión de proyectos de investigación en la recientemente creada Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, luego trabajé un año en transferencia de tecnología en la Cámara Argentino-Alemana de Industria y Comercio, en Buenos Aires. A partir del año 2000 volvimos a Bariloche, y desde entonces trabajo para la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo (soy profesor en el Instituto Balseiro). Mi trabajo en la CNEA es en el área de la astrofísica, actualmente soy el project manager del Observatorio Pierre Auger, un emprendimiento internacional para el estudio de radiación cósmica de muy alta energía (ver www.auger.org) ubicado en Malargüe, Provincia de Mendoza. Fui gerente y gerente de área de investigación de la CNEA durante varios años.

Me gusta la vida al aire libre, la montaña y sobre todo andar en kayak, una actividad que practico ininterrumpidamente desde hace muchas décadas.