El colegio fue, sin lugar a dudas, una herramienta fundamental en mi vida, un motor de progreso y crecimiento personal. En él aprendí a ser resiliente, a no rendirme frente a la primera caída, y a entender que la perseverancia es clave para alcanzar nuestras metas. Tuve maestros severos, pero también muy cariñosos, y la combinación de ambos fue esencial para mi realización tanto personal como profesional.

Una escuela de excelencia no debe ser vista como un lugar de entretenimiento, sino como un espacio de desafío. Esto, en primera instancia, genera incomodidad, pero a su vez despierta el deseo de descubrir qué hay detrás de esa pared, el impulso de entender que con esfuerzo, todo es posible.

Mi recorrido comenzó a los 4 años, cuando ingresé al Jardín de Infantes VA, y continuó con la primaria en la misma institución.

Continué mis estudios en Ingeniería Electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y también tomé cursos específicos en Estados Unidos. Si bien la universidad no me resultaba difícil, sentía que el crecimiento profesional no avanzaba al mismo ritmo que mi necesidad de terminar mi carrera.

Mi relación con esta institución es profunda y emocional. No solo como alumno, sino también como padre de dos hijos que crecieron dentro de esta comunidad educativa, desde el Jardín de Infantes hasta su egreso del secundario. Esta experiencia sigue viva en mi memoria, y siempre estaré agradecido por todo lo que nos brindó.

Junto a mi esposa, pusimos todo nuestro esfuerzo en ofrecerles a nuestros hijos una educación de excelencia, y hoy, con gran satisfacción, ambos están cursando sus respectivas carreras universitarias, perfectamente encaminados. Lo que más destaco de nuestra experiencia como padres fue el acompañamiento constante de la institución. Las reglas fueron siempre claras, pero, con el compromiso de padres y alumnos, cada desafío fue superado con éxito.

Uno de nuestros hijos enfrentó dificultades en el aprendizaje, pero lejos de sugerir que esta escuela podría ser demasiado exigente para él, nos guiaron de manera específica, clara, profesional y siempre con buenas intenciones. Gracias a este apoyo, pudimos superar los obstáculos como familia. Todo esto fue posible gracias a la directora Olga Battini, quien inició este proceso de mutua confianza. A ella, como familia, siempre le estaremos agradecidos.

A lo largo de mi vida, la música siempre fue una constante. Estudié el Profesorado de Piano y, además, completé mis estudios de Francés en la Alianza Francesa e Inglés en el Instituto Cambridge. En un momento de mi vida, todo ese conocimiento, que parecía tan disperso, se conectó y se convirtió en el eje central de mi desarrollo profesional.

A los 22 años, ya era ingeniero de planta en mega recitales y teatros de la calle Corrientes, un campo que me permitió crecer y aprender constantemente. Luego de algunos años, fundé lo que hoy es nuestra empresa, especializada en la importación y comercialización de instrumentos musicales y audio profesional.

Mi trayectoria ha sido el resultado de una educación sólida, de esfuerzos conjuntos y de un apoyo incondicional por parte de una institución que siempre creyó en el potencial de cada uno de sus alumnos. Hoy, al mirar atrás, puedo ver con claridad cómo cada etapa fue fundamental para llegar a donde estoy. Agradezco profundamente todo lo aprendido y las personas que fueron parte de este proceso, tanto a nivel educativo como personal.